20/12/10

JO JO JO

La nochebuena me provoca el mismo efecto que el día domingo. Si, siempre me produce cierta languidez y no sabría explicar la causa. Igualmente durante estos últimos años el ánimo festivo de mi hija, su entusiasmo y su ilusión contrarrestan la melancolía que me invade en esta fechas. Con el año nuevo no me ocurre lo mismo, porque algo se renueva. Si el año fue malo, en el brindis uno siente cierto alivio y dice por lo bajo que se vaya este año de mierda. En cambio si fue un buen año uno lo despide con alegría y desea que se repita.

En esta sección paso a enumerarles las cosas que me irritan de la Nochebuena y la Navidad.

Del 24/12 me molestan:

Los pesebres, siempre me deprimieron los de yeso, los de madera y los vivientes. Tanta solemnidad pesebreril ¿por qué no se ríen o lloran un poco? ... acaba de nacer EL niño.
La fruta abrillantada que me obliga a escarbar dentro de la porción de pan dulce para sacarlas.
El menú abarrotado de mayonesa que junto con el calor invitan a la Salmonella a formar parte del festín, y agarrate el 25.
Las colas en la juguetería y las compras de último momento.
El calor.
Los ebrios al volante y los que se suben al colectivo lleno y te soplan el aliento etílico en la peluca.
Que nunca sé cuando me tengo que poner la vedetina rosa, si el 24 o el 31.
Que no se haya patentado el traje veraniego de Papá Noel y los pobres cristianos que tienen que sudar la gota gorda para sobrellevar la changa navideña.
Las películas que pasan por la TV, la de mi Pobre Angelito es infaltable, y esas de papá noel llenas de nenitas mimosonas … Hay que bancarlas con hidalguía como toda madre.
La ansiedad de los párvulos en la celebración, que no prueban bocado y no dejan de preguntar cuando llega San Nicolás… ¡A ver si se adelanta unas horitas el aterrizaje del gordo que ya no los soporrrrto!
Los carteles de Merry Christmas mal escritos. ¿Por qué no ponen Feliz Navidad y problema solucionado?
Las ausencias.
Los que se matan por esquivar el corcho de la sidra o el champagne.
Las mascotas desesperadas por la pirotecnia.
Los que se acuerdan del odontólogo después de haberle entrado mal a las frutas secas, el turrón de pasta dura o las garrapiñadas.
Los besos y abrazos a las 00 horas y los pases de factura familiares a las 2 de la mañana.“Y que tal si salimos todos a bailar, todos a bailar” (nunca falta el que pone paños fríos).
Los globitos esos que se encienden, que de 5 te funcionan dos y caen en llamas sobre los techos vecinos. Cruza los dedos.

Sigo con el 25/12

Navidad, llegó la navidad…
Se intensifica el ánimo dominguero, las calles desiertas como en el pueblito abandonado del Farwest.
El silencio es interrumpido por algún vecino que insiste en tirar petardos.
La trasnoche, los ojos hinchados, el hacha que atraviesa el cráneo y la flatulencia que provoca el pan dulce. Combinación letal.
El hecho de reunirse nuevamente para seguir comiendo todo lo que sobró con los anteojos negros puestos, obvio.
Que la actividad más compleja e importante del día sea hacer la digestión.
El calor que no se va y quién me mandó a colgar esas botas de lana.
Las estadísticas del quemado, Lagleyze y el Santa Lucía y el desfile de personas con parches oculares y muñones vendados en crónica TV. También Infaltables. Y estos últimos años se sumaron los controles de alcoholemia televisados en canal 26 y a reírse de la borrachera ajena que todavía quedan 7 horas para hacer la digestión.

Y bueno habrá que pasarlo, una vez más, otro año más. Les deseo Felices Fiestas a todos mis lectores y muchos jojojo. Y no se preocupen por mí que ya me acostumbré a sobrellevarlas. Una mártir navideña, sep.

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