28/7/10

Contigo Aprendí...el Lenguaje Conyugal


Si ya te recibiste de Señora y tienes marido full time, hay ciertas frases y términos que pertenecen al binomio Marido –Esposa del cual formas parte. Estas expresiones integran el lenguaje conyugal y aunque parecen una cosa, siempre encierran otro mensaje. Eso si, debes llevar cierto tiempo de convivencia para poder reconocerlas. Acá les dejo un par de ejemplos, sobre todo para las más novatas.

Cuando le pedís a tu queridito que saque la basura y enterrado en el sofá te contesta: “Bueeeno…” Esa sola palabrita esconde el siguiente mensaje: ANDA VOS, yo de este sillón no me muevo ¿ahora se te ocurre pedirme eso?

Cuando vuelves de la peluquería con el pelo corto que te agrega 189 años, el dice: “¿por qué tan corto?” En realidad lo que quiere es que sepas que será mejor que salgas a comprar un sombrerito porque te queda lastimoso.

Cuando manda a los chicos a dormir a la 11 de la noche y se pone a refunfuñar porque no dejas de ver la TV y murmura: “estoy muerto”. Nunca creas esa frase después se desvela, así de repente, y ya te tiene en la ca-mi- ta.Vos me entendes, así que a disfrutarla fiesta, pepepepepepepe .

Cuando dice: “ya vuelvo” sin dar muchas explicaciones. Prepárate para que regrese con una bolsa de Garbarino en mano, porque se compró alguna pelotudez electrónica.

Cuando se ocupa del presupuesto del mes y pregunta: ¿cómo vienen los gastos? Hazte la idea de que ya arregló con el mecánico para dejar el auto. Siiiiiii, de nuevo…cada ruidito nuevo, una consulta nueva.

Cuando dice: “tenemos que hacer dieta ¿por qué no salimos a correr?” En realidad quiere que te enteres que estás hecha una chancha, parecida al oso Lotso.

Cuando te pregunta: “¿esa remera no te queda muy corta?” lo que intenta es avisarte que te queda para la mierda. Lo peor de todo es que “SIEMPRE” lo hace cuando ya estas a una hora de tu casa. Y si… te cagó la salida.

Cuando putea, martilla y dice: “noooooo con esto no puedo”, hazte a la idea de que hasta que se decida por ir a la ferretería, va pasar más o menos un mes. Así que deja la puerta del baño abierta durante ese lapso y compra una cortinita por si vienen visitas…

Cuando en el centro comercial te dice: “Dale, en la semana venimos y lo compramos”, significa: ¿en serio vas a gastar esa guita en un almohadón? Ni en pedo…

Mientras el maneja y vos le taladras la calota con el itinerario y el te pregunta "¿Podes parar?" En realidad lo que le gustaría es gritar: "callate de una vez, ahora se te da por hacerte el GPS, cada día mas igualita a tu madre con ESA incontinencia verbal"

Si es fuerte... pero como verán todavía conserva cierta sutileza, me pregunto como será después de 30 años de matrimonio. Y a todas las esposas les pido que dejen sus frases y términos, así podremos elaborar el diccionario/glosario del esposo ilustrado. Podría aportar una serie de tips interesantes para las que recién se inician. Y siempre atentas, ya que cada expresión se correlaciona con cierto lenguaje corporal, con un gesto, con una mirada, así podrán darse cuenta rápidamente de que se trata. Y no es tan difícil, peor debe ser estar en el lugar de ellos, tratando de interpretar que corno queremos, no les parece? Imposible armar un diccionario de esposa ilustrada, no te alcanzaría la vida. Y si… así somos.

SEÑORA


No puedo entender cuál fue el evento que lo precipitó, pero lo cierto es que me convertí en señora antes de pasar por el registro civil.
Todos sabemos que existen mujeres que parecen ancianas por su apariencia anticuada, incluso desde niñas, pero este no fue mi caso ya que durante gran parte de mi vida tuve que hacer esfuerzos para aparentar la edad que tenía. A los 23 años en un lugar de la costa atlántica una señora evitaba hablar de sexo, ya que suponía que yo era la amiguita de los hermanitos de mi amiga que en esa época tendrían unos 13 años. A los 24 años cuando comencé a ejercer mi profesión, nadie lo creía, los pacientes observaban con desconfianza todos mis movimientos, hasta que algún padre se atrevía a deslizar la siguiente pregunta: "disculpe ¿usted es médica o practicante? (Mientras retiraban a sus hijos de la camilla). Con este panorama, seguí circulando por este planeta, sin dar cuenta que mi fisonomía iba cambiando y seguramente se modificaba junto con mi vida. Sin embargo había algo en mí, quizás por inercia, que me llevaba a seguir imaginando que era el retrato vivo de Dorian Gray. Y bueno, uno puede permanecer dormido durante un largo tiempo, especialmente cuando ejerce la vocación de hacerse el tonto sin ningún esfuerzo. Pero el golpe llega, sin piedad y sin anestesia para despertar algunas neuronas. Y así fue como me sentí el primer día que me llamaron señora. Mi mente, espíritu y mi corazón tuvieron que aceptar ese rótulo antes de ostentar la libretita roja o de portar una alianza en mi dedo anular. Quizás algunas lectoras coincidirán conmigo, pero habitualmente el lugar donde se recibe el primer palo es en algún centro comercial. No sé si será consecuencia de que la adolescencia se prolonga durante muchos años o que reconocer la adultez es toda una movida, pero la brújula interna falla y uno se mete desorientado en una casa de ropa que pinta un look adolescente. Y si... de esta manera le deja el camino abierto a la decepción y así lo cuenta mi experiencia y el mal trago que sufrí cuando la una señorita vendedora, de unos 18 años, articuló la frase: "Buenas tardes, SEÑORA ¿necesita algo?", dejándome patitiesa y con ganas de responder: "si querida, tu edad". Pero cuesta entrar en la cuenta y uno se vuelve a olvidar, hasta que un nuevo acontecimiento nos recuerda nuevamente que ya no se es digno de un tuteo.
Mi experiencia más traumática tuvo lugar un día de carnaval. Durante años en el mes de febrero, al circular por las calles de mi barrio, tuve que darle rienda suelta a mi ingenio para esquivar a los vecinitos latosos que me perseguían con las bombitas de agua. Pero un verano mientras caminaba para realizar un trámite, un grupo de purretes inició una persecución a mis espaldas con la idea de dejarme empapada. Yo aceleré el paso para alejarlos, hasta que el cabecilla de los vándalos se cruzó delante de mí teniendo que enfrentar mi cara de espanto. Allí fue cuando mis oídos tuvieron que ser testigos de la siguiente revelación: "uuuuuuuh SEÑORA, disculpe". Por supuesto ese comentario desalentó al resto de la banda y rápidamente nos sentimos todos decepcionados, los niños porque su plan se frustró y yo por entrar en la cuenta de que mi eterna juventud me había abandonado. Esta anécdota dio lugar a una de las frases que suelo repetir con frecuencia: "me di cuenta que había envejecido, cuando los niños del barrio me dejaron de arrojar bombitas en carnaval”.
Ya no me arrepiento de sumar años y no puedo disimular la edad que tengo. Ahora soy señora con alianza, libreta y todo el cotillón. Todo esto sumado a todos los cascotazos recibidos que no me dejan ocultar los años que pasaron y que me convirtieron en una señora para propaganda de sopas. Sin embargo, nunca logré que aquella chiquita me deje y de vez en cuando la dejo salir a dar vueltas por ahí.